Derechos reservados
© Adonis
Antología universal de poesía. Homenaje desinteresado a la palabra más significativa del hombre. Textos, fotos y biografías de los más reconocidos poetas del mundo. (Madrid, España). E-mail: palabraeneltiempo@gmail.com
23.2.07
Adonis
Youssef Al Khal
El segundo nacimiento
La fruta existe pero la mano es corta
y el sauce tiene sed sobre el banco del río.
Hay un comienzo para todo lo que está plantado
en la tierra
porque el fin es un cero a la izquierda de la verdad.
Tu viaje puede durar en esta época de farsa,
hasta que se seque la tinta sobre el papel.
No pregunté dónde empieza el hielo
y dónde va la montaña después de acostarse
en el mar:
a cada cosa su tiempo antes de Adán y Eva,
calculado primero con la máquina del tiempo.
Para entender la lengua de los orígenes
hay que leer lo escrito en paredes reales.
Muhsin Al-Ramli
E -mail: malramli@hotmail.com
AMOR
Un corazón que oculta sus latidos
no puede amar.
Dispara tus latidos
aunque sea hacia la sombra de una mujer.
Ofrece tu corazón a las heridas
de las espadas de pasión.
El corazón las vencerá
y las guerras del desgaste podrán despejarse
dejando una bandera de amor,
aunque sea la sombra de una bandera
... hipotética.
UNA MUJER ÚNICA
Soy incapaz de confiscar tu aflojamiento
Gira tus pechos
hacia otro lado.
Eres mi cómplice en criticar este mundo y
eres feroz,
por eso tengo miedo al quererte.
No voy a buscar tu amor
a pesar de que mi amor te busca
y preguntaré hasta el día de mi muerte:
¿Quién eres tú?
Tengo miedo de tu amor,
no voy a buscar tu amor
a pesar de que mi amor te busca,
a pesar de que eres a quien yo quiero.
Derechos reservados
© Muhsin Al-Ramli
Antonin Artaud
CORRESPONDENCIA DE LA MOMIA
Esa carne que ya no se tocará en la vida,
esa lengua que ya no logrará abandonar su corteza,
esa voz que ya no pasará por las rutas del sonido,
esa mano que ha olvidado hasta el ademán de tomar, que ya no logra determinar el espacio
en el que ha de realizar su aprehensión,
ese cerebro en fin cuya capacidad de concebir ya no se determina por sus surcos,
todo eso que constituye mi momia de carne fresca da a dios una idea del vacío en que la compulsión
de haber nacido me ha colocado.
Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasad0 completamente.
Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta, que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento.
Espiritualmente me destruyo a mí mismo, ya no me acepto como vivo. Mi sensibilidad está a ras del suelo, y poco falta para que salgan gusanos, la gusanera de las construcciones abandonadas.
Pero esa muerte es mucho más refinada, esa muerte multiplicada de mí mismo reside en una especie de rarefacción de mi carne. La inteligencia ya no tiene sangre. El calamar de las pesadillas da toda su tinta, la que obstruye las salidas del espíritu; es una sangre que ha perdido hasta sus venas, una carne que ignora el filo del cuchillo.
Pero de arriba a abajo de esta carne agrietada, de esta carne no compacta, circula siempre el fuego virtual. Una lucidez enciende de hora en hora sus ascuas que retornan a la vida y sus flores.
Todo lo que tiene un nombre bajo la bóveda compacta del cielo, todo lo que tiene un frente, lo que es el nudo de un soplo y la cuerda de un estremecimiento, todo eso pasa en las rotaciones de ese fuego en el que se asemejan las olas de la carne misma, de esa carne dura y blanda que un día crece como un diluvio de sangre.
La habéis visto a la momia fijada en la intersección de los fenómenos, esa ignorante, esa momia viviente que lo ignora todo de las fronteras de su vacío, que se espanta de las pulsaciones de su muerte.
La momia voluntaria se halla levantada, y a su alrededor se agita toda realidad. La conciencia como una tea de discordia, recorre el campo entero de su virtualidad obligada.
Hay en esa momia una pérdida de carne, hay en el sombrío lenguaje de su carne intelectual toda una impotencia para conjurar esa carne. Ese sentido que recorre las venas de esa carne mística, en la que cada sobresalto es un modo de mundo y otra especie de engendrar, se pierde y se devora a sí misma en la quemadura de una nada errónea.
¡Ah! ser el padre nutricio de esa sospecha, el multiplicador de ese engendrar y de ese mundo en su devenir, en sus consecuencias de flor.
Pero toda esa carne es sólo comienzos y ausencias y ausencias y ausencia...
Ausencias.
Aurelio Arturo
a repartir su alegría entre todos,
bajó a la aldea y en todas las casas
entró y alegró los rostros.
Avivó las miradas de los hombres
y prendió sonrisas en sus labios,
y las mujeres enhebraron hilos de luz
en sus dedos
y los niños decían palabras doradas.
El sol se fue a los campos
y los árboles rebrillaron y uno a uno
se rumoraban su alegría recóndita.
Y eran de oro las aves.
Un joven labrador miró el azul del cielo
y lo sintió caer entre su pecho.
El sol, mi amigo, vino sin tardanza
y principió a ayudar al labriego.
Habían pasado los nublados días,
y el sol se puso a laborar el trigo.
Y el bosque era sonoro. Y en la atmósfera
palpitaba la luz como abeja de ritmo.
El sol se fue sin esperar adioses
y todos sabían que volvería a ayudarlos,
a repartir su calor y su alegría
y a poner mano fuerte en el trabajo.
Todos sabían que comerían el pan bueno
del sol, y beberían el sol en el jugo
de las frutas rojas, y reirían el sol generoso,
y que el sol ardería en sus venas.
Y pensaron: el sol es nuestro, nuetro sol,
nuestro padre, nuestro compañero
que viene a nosotros como un simple obrero.
Y se durmieron con un sol en sus sueños.
Si yo cantara mi país un día,
mi amigo el sol vendría a ayudarme
con el viento dorado de los días inmensos
y el antiguo rumor de los árboles.
Pero ahora el sol está muy lejos,
lejos de mi silencio y de mi mano,
el sol está en la aldea y alegra las espigas
y trabaja hombro a hombro con los hombres
del campo.
Charles Baudelaire
TODA UNA NOCHE
Toda una noche junto a una horrible judía
–como cadáver junto a un cadáver tendido–
pensé al lado de aquel cuerpo vendido
en la triste belleza deseada por mi amor.
Entonces evoqué toda tu serena majestad,
tu mirar lleno de fulgor y de gracia
los cabellos que forman una perfumada diadema
cuyo único recuerdo enajena mi pasión.
Porque besaría con fervor tu noble cuerpo
y en largas caricias vertería un tesoro
desde tus fragantes pies hasta tu cabello negro.
¡Oh, si pudieras al fin, reina de las crueles,
velar toda una noche con sinceras lágrimas,
el esplendor que tus pupilas de hielo irradian!
William Blake
***
En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña: en invierno, goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría.
Aquel que desea pero no obra, engendra pestilencia.
El gusano perdona al arado que lo corta.
Sumerge en el río a aquel que ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Jamás se convertirá en estrella aquel cuyo rostro no irradie luz.
La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza.
El reloj cuenta las horas de la necesidad, pero ningún reloj puede contar las horas de la sabiduría.
Los únicos alimentos sanos son aquellos que no recoge la red ni el cepo.
Usa número, pesa y medida en un año de escasez.
Ningún pájaro se eleva demasiado alto, si vuela con sus propias alas.
Un cuerpo muerto no vindica las injurias.
El acto más sublime consiste en colocar otro delante de ti.
Si el necio persistiera en su necedad se volvería sabio.
Villanía, máscara de la astucia. Pudor, máscara del orgullo.
Las prisiones están construidas con piedras de
El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.
Lubricidad del chivo, generosidad de Dios.
La cólera del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es la obra de Dios.
Exceso de pena, ríe. Exceso de alegría, llora.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la cólera del mar tempestuoso y la espada destructora son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre.
La zorra cautiva no acusa sino al cepo.
La alegría, fecunda; el dolor da a luz.
Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.
El pájaro, un nido; la araña, una tela; el hombre, la amistad.
El necio egoísta y sonriente, y el necio triste y ceñudo serán tenidos por sabios y servirán de norma.
Evidencia de hoy, imaginación de ayer.
La rata, el ratón, la zorra y el conejo cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.
La cisterna contiene; la fuente rebosa.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Prepárate para decir siempre tu opinión, y el ruin te evitará.
Todo lo creíble es una imagen de la verdad.
Nunca perdió más tiempo el águila que cuando escuchó las lecciones del cuervo.
La zorra se provee; pero Dios provee al león.
Piensa por la mañana, obra al mediodía, come por la tarde y duerme por la noche.
Aquel que ha permitido que abuses de él, te conoce.
Como el arado obedece las palabras, Dios recompensa las plegarias.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Del agua estancada espera veneno.
Nunca sabrás lo que es suficiente a condición de que sepas lo que es más que suficiente.
Escucha el reproche de los necios: es un título real.
Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.
El débil en valor es fuerte en astucia.
Nunca pregunta el manzano al haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo coger su presa.
El que agradece lo que recibe, da a luz una abundante cosecha.
Si otros no hubiesen sido necios, nosotros lo seriamos.
El alma llena de dulce placer no puede ser manchada.
En un águila miras una porción de genio. ¡Alza la cabeza!
Así como la oruga elige las hojas más hermosas para poner sus huevos, el sacerdote deposita su maldición sobre los mejores goces.
Crear una sola flor es trabajo de siglos.
La maldición fortifica; la bendición relaja.
El mejor vino es el más viejo, la mejor agua es la más nueva.
Las plegarias no aran; las alabanzas no maduran.
Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.
La cabeza, lo Sublime; el corazón, el Pathos; los órganos genitales,
Como el aire al pájaro o el agua al pez, así el desprecio al despreciable.
La coneja quisiera que todo fuese negro, y el búho que todo fuese blanco.
Exuberancia es Belleza.
El león sería astuto si tomara consejo de la zorra.
El progreso traza los caminos derechos; pero los caminos tortuosos, sin progreso, son los caminos del genio.
Antes asesinar a un niño en su cuna que nutrir deseos que no ejecutes.
El hombre ausente, la naturaleza estéril.
Nunca puede ser dicha la verdad de manera que pueda ser comprendida sin ser creída.
¡Bastante! o, más aún, demasiado.
Los poetas de la antigüedad animaron los objetos sensibles con dioses y genios, nombrándolos y dotándolos con las propiedades de los bosques, ríos, montañas, lagos, ciudades, naciones y todo lo que sus enormes numerosos sentidos podían percibir. Estudiaban particularmente el genio de cada ciudad y país colocándolo bajo la tutela de una deidad espiritual. Bien pronto, para ventaja de algunos y esclavitud de muchos, se formó un sistema intentando dar realidad a las deidades espirituales o abstraerlas de su objeto. Así dio principio el sacerdocio, instituyendo ritos según los relatos poéticos. Y, al fin, declararon que los Dioses lo habían querido de este modo.
Joseph Brodsky
Charles Bukowski
La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
No olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.
Aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas
no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes
mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslízate.
(Versión de Rafael Díaz Borbón)
Catulo
Te suplico, si no es excesivo mi ruego,
que salgas de las tinieblas en que te escondes.
Por ti pregunto en el Campo Menor,
por ti indago en el Circo y en las bibliotecas,
y en el templo sagrado de Júpiter.
Amigo, en la ruta de Pompeyo
detuve a las muchachas
y aunque sus rostros exhibían calma
ante ellas así te reclamé:
«Devolvedme a Camerio, mujerzuelas».
Más una desnudando el seno, sentenció:
«En mi pezón de rosa está escondido».
...y aunque resistir es labor de Hércules
¿Con qué soberbia me desdeñas?
¿Dónde te encuentras?
Aparece sin miedo, entrégate a la luz.
¿Acaso te retienen niñas de leche?
Si en la boca has sepultado tu lengua
te dejarán todos los frutos del amor
pues a Venus las palabras le alegran.
Pero calla, si eso deseas,
mas dame parte de tu amor.
Paul Celan
Poeta rumano de origen judío nacido en Chernovtsi el 23 de octubre de 1920. Su infancia transcurrió en un ambiente familiar donde se manejaron varios idiomas, lo que le permitió a Celan hablar perfectamente el rumano, el alemán, el ruso el francés y el hebreo. En 1938 inició estudios de medicina en Paris y al estallar la II Guerra Mundial regresó a Rumania donde fue condenado a trabajos forzados en Moldavia mientras sus padres morían en un campo de concentración. Liberado por los rusos en 1944, trabajó inicialmente como traductor y editor en Bucarest y Viena, para radicarse definitivamente en Paris donde obtuvo en 1950
Considerado como el más importante poeta en lengua alemana de la posguerra, alcanzó la fama desde la primera publicación "Amapola y memoria" en 1952, gracias al lenguaje innovador y a su perfecta sintaxis. Tradujo, entre otros, a Rimbaud, Mandelstam, Michaux, Char, Valéry y Pessoa. En 1960 obtuvo el Premio Georg Buchner, y a partir de 1965 fue internado varias veces en un asilo psiquiátrico donde escribió varios textos en hebreo. Su obra poética compuesta entre 1938 y 1970, está constituida por casi 800 poemas. Se suicidó en París en 1970, arrojándose al río Sena desde el puente Mirabeau.. El siguiente poema es una de las impecables traducciones del poeta español José Ángel Valente.
TARDÍO Y PROFUNDO
Maligna como palabra de oro esta noche comienza.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua...
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...
Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!
Desde hace tiempo lo sabemos.
Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.
Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.
Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!
Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.
Que venga un hombre de la tumba.
René Char
LA LUJURIA
El águila ve como se borran gradualmente
las huellas de la memoria helada
La extensión de la soledad hace apenas visible la presa que huye
A través de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a uno lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
Más acá del deseo y más allá de la muerte
El soñador embalsamado en su camisa de fuerza
Rodeado de utensilios efímeros
Figuras que se desvanecen apenas formadas
Su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
La desaparición progresiva de las partes lamidas
La caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
Los sudores y malestares que anuncian el fuego central
Y finalmente el universo con todo su pecho atlético
Necrópolis fluvial
Después del diluvio de los rabdomantes
Ese fanático de las nubes
Tiene el poder sobrenatural
De desplazar a considerables distancias
Los paisajes habituales
De romper la armonía acumulada
De tomar irreconocibles los lugares fúnebres
Al día siguiente de los homicidios provechosos
Sin que la conciencia originaria
Se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.
Traducción: Aldo Pellegrini
Andrée Chedid
SOLEDAD
Soledad
almena sobre las llanuras inauditas
La sombra cesa de blandir sus oropeles
La ausencia ya no derrama sus torpores
Los pozos ya no engullen la estrella
Las cenizas ya no alteran el arroyo
A través de los árboles opacos
Se filtra el claro
Claude Michel Cluny
Ha publicado los siguientes poemarios: Désordres (Gallimard, 1965); Inconnu passager (Gallimard, 1978); Asymétries (
Sus obras traducidas al español son: Los Osoletas (trad. de Aurelia Álvarez y Aurelio Asiain-México DF, Ediciones Heliópolis, 1995); Pastoral Hotel (trad. de Jorge Nájar-México DF, Verdehalago & Universitad Autónoma de Puebla, 1998); Memoria de la sal (trad. de Jorge Nájar - Bogotá, Común Presencia No. 17, 2005); Atacama. La guerra del Pacífico: 1879-1884 (trad. de Mario Zamudio Vega - México DF, Fondo de Cultura Económica, 2006).
Dentro del género de la narrativa destacamos:
ARQUEOLOGÍA
Cuál fue tu rostro, el tuyo que el tiempo dispone
según como se pierden en el aire signos y verbo
y como vagues en el campo de la memoria,
arcilla esplendor en el que se levanta el falo vivo
del efebo rojo y negro. En donde madura el arándano
la helada sonríe bajo una luz fina y tranquila.
El carnero padre embiste impaciente contra la barrera
en una vieja polvareda de tejas rosadas
y de olvidadas palabras —las que arrastran sin ruido
los rizos de lana de los corderos, camino del prado,
entre los restos de la vajilla de Micenas,
la frente seca con el gusto de la sal de los muertos.
Derechos reservados
© Calude Michel Cluny
César Dávila Andrade
ENCUENTROS
Nuestros encuentros no tienen mundo.
Se hacen
de pensamiento a pensamiento
en el éter
o en la vivacidad de los sepulcros,
a mil insectos por centímetro.
Nuestros encuentros se sirven
de microorganismos
y partículas de cobre.
Podemos esperar mil años, y aún más.
Nuestros encuentros se realizan en el Iodo
o entre el rumor de herraduras y lienzos
que precede
a las grandes migraciones:
Nuestros encuentros se hacen
en el ser instantáneo
que pasta y muere,
-como pastor y bestia-
entre surcos y siglos paralelos.
Nuestros encuentros no tienen
número ni punto.
Eugenio De Andrade
URGENTEMENTE
Es urgente el amor
Es urgente un barco en el mar.
Es urgente destruir ciertas palabras
odio, soledad y crueldad,
algunos lamentos,
muchas espadas.
Es urgente inventar alegría,
multiplicar los besos, los trigales,
es urgente descubrir rosas y ríos
y mañanas claras.
El silencio cae en los hombros,
y la luz impura hasta doler.
Es urgente el amor,
Es urgente permanecer.
Casimiro De Brito
NADIE DOS VECES
Nadie dos veces atraviesa
el claro diamante de este río
la suprema cualidad de la materia
ágil fluyendo ya en otro camino
nadie dos veces se concentra
en la pura sustancia de este vino
ni de la muerte la cuerda más antigua
en el sueño se desprende se libera
–nadie dos veces trae de la muerte
este pan con raíces en la garganta
y frutos con miedo multiplicados–
nadie dos veces trae de la muerte
rigurosa prisión universal
la luz (lucidez de lava) de la infancia.
Sophia De Mello
SERÁ POSIBLE
¿Será posible que nada se cumpla?
Que el rosal la brisa las hojas la hiedra
Fuesen palabras sin sentido
Que todo sea sólo un rostro en fuga
–Sin regreso ni respuesta–
Para siempre perdido.
T.S. Eliot
Odiseas Elytis
SOL EL PRIMERO
No conozco ya la noche, terrible anonimia de la muerte.
En lo hondo de mi alma ancla una flota de estrellas.
Véspero, centinela, brilla junto a la celeste
brisa de una isla que me sueña
para que anuncie yo el alba desde sus altas rocas.
Mis dos ojos en abrazo te navegan, con el astro
de mi verdadero corazón: no conozco ya la noche.
No conozco ya los nombres de un mundo que me niega.
Nítidamente leo las conchas, las hojas, las estrellas.
El rencor me es superfluo en las sendas del cielo.
Salvo que sea el sueño, que me vuelve a mirar
cruzar con lágrimas, el mar de la inmortalidad.
Véspero bajo el arco de tu fuego de oro,
La noche, que es sólo noche, no la conozco ya.
Antonio Gamoneda
Sobre la calcificación de las semillas, ante las flores abrasadas, en la desaparición del pensamiento,
tejen la yerba manos invisibles. Temo su pureza. Veo
lana sangrienta y, en los alimentos, grasa mortal, cánulas negras y, bajo ramas inmóviles, cuerdas y sombras y preservativos.
¿Soy yo quien mira con mis ojos?
Arden los huesos, oigo la fermentación del rocío: alguien llora bajo los árboles torturados. Veo las llagas de la luz, altos patíbulos y serpientes y aceites industriales bajo los lóbulos de las amapolas.
¿Estoy yo en mí y peso sobre la tierra? Es extraño.
En cualquier caso, tengo miedo: los insectos vienen a mi corazón.
Derechos reservados
© Antonio Gamoneda